Estamos en un año electoral, lo que en un buen dominicano significa que las empresas de publicidad tendrán su festín. Los políticos de oposición afilan sus garras para despotricar contra el gobierno, y los aspirantes del gobierno miman sus logros para venderlos lo mejor que puedan.
Pero hay algo que queda claro: “Las elecciones ya se celebraron”. Y no es que ya pasó el 15 de mayo de 2016 y no se dieron cuenta. Es que las posiciones de peso en el tren gubernamental ya fueron seleccionadas y aseguradas por medio a alianzas y negociaciones entre fuerzas. Estas fuerzas se crean a base de dinero, y los poseedores de este dinero son los que determinan que candidato es que ha de ganar. Por lo que, sin importar quien saque más votos el 15 de mayo, los intereses de quienes tienen el capital están asegurados, y los candidatos ya están comprometidos.
No es un juego nuevo, ni se juega exclusivamente en dominicana, pero sí que lo hemos perfeccionado. La política en nuestro país mueve más multitudes que el deporte, y mucho más dinero que el turismo. Desgraciadamente es una actividad improductiva.
Aunque hemos mejorado mucho en cuanto a cómo se hace política en las calles, nos espera varios meses de tapones, mucha cháchara pagada en los medios de comunicación y muchas pasiones encontradas en los círculos que a diario frecuentamos.